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- Ha llegado tu momento, lo tienes todo preparado. Después de varios años formándote (en realidad, no has dejado de hacerlo nunca) incluso, después de haber adquirido bastante experiencia en tu sector, además de haberte pasado días y días organizando y dándole forma a tu proyecto, por fin te sientes a punto de empezar a trabajar, motivado/a y con las ilusiones puestas en tu plan profesional. Pero hoy nos toca ponerle un precio a tu trabajo, es decir, ponerte un precio a ti. Y aquí, nos paramos a pensar un poco más de la cuenta.
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En sesiones de coaching financiero con mis clientes he descubierto que a las personas nos cuesta mucho determinar qué precio poner a nuestro trabajo. Cada una tiene una serie de causas y de realidades, pero he querido reunir aquí las que más se me han presentado para que podamos aprender todos de ellas.
¿Por qué nos cuesta poner precio a lo que hacemos?
1. Una de las causas más comunes es el miedo que tenemos a las respuestas de: ¿Qué pensará el cliente de este precio?, ¿le gustará?, ¿reaccionará bien?, ¿me contratará? Esto es lo que más nos puede llegar a preocupar cuando queremos establecer nuestra tarifa. Nos entran todas las dudas antes de haber puesto en marcha cualquier acción. Tenemos que tener en cuenta, que ante esto, cada cliente puede reaccionar de una forma diferente, a unos les parecerá alto a otros bajo, a otros les parecerá justo, incluso habrá a quien le parezca indiferente el precio que les cobres. Por lo tanto, pregúntate: ¿Qué pienso yo de mi precio?, ¿me gusta?, ¿estaría dispuesto a pagarlo sabiendo lo que hago?… Es la única forma de sentirte seguro/a con tu precio, alineado/a y con la confianza de poder transmitirle a tu cliente tu honestidad en todo lo que haces.
2. Otro de los aspectos más trabajados es la creencia de que “cobrar caro implica abusar de los demás” y, por supuesto, en nuestra calidad de buenas personas no queremos abusar de nadie. Nos han implantado un sistema en el que cobrar “barato” es un acto de generosidad, de humildad, de buen hacer, de ayudar a los demás, en definitiva de ser esas buenas personas que tanto deseamos ser en cuestiones de dinero. Pero… ¿qué es para ti cobrar “caro”?, ¿qué significa para ti cobrar “barato”?, ¿y para los demás?, ¿sabes lo que significa para todas las personas algo “caro” o “barato”? Pues por desgracia (o no) no tenemos la respuesta a estas preguntas. Para cada persona, las cosas son caras o baratas en función de sus necesidades, de sus prioridades y de su sistema de valores y creencias. Así que te invito a que cobres el precio que para ti valga tu trabajo, ese que no te parezca ni “caro” ni “barato”, ese con el que te sientas cómodo y que realmente te represente.
3. Hay personas que nunca se sienten preparadas para cobrar aquello que piensan que deberían ganar. No llegan a sentirse merecedoras de lo que desean cobrar y esto les lleva a un gran conflicto interno que puede llegar a provocar desmotivación y la pérdida de ilusión de realizar su trabajo, con todo lo negativo que podría implicar esta situación en la persona. Aquí es muy importante que te escuches, que te centres en lo que tú necesitas como profesional y que empieces a valorar cuáles son tus logros profesionales, que cualidades tienes, que habilidades estás desarrollando, cuál es tu esencia, qué te hace ser un buen profesional en tu materia y que las pongas en valor, que te conozcas, que sepas que quieres y cómo lo quieres y, ante todo, que confíes en ti. Márcate tu objetivo y establece cómo conseguirlo.
4. No puedo obviar, el miedo que tenemos a equivocarnos. Este miedo recorre todos los ámbitos de nuestra vida y el de nuestra economía no iba a ser menos. Cuando parece que tienes claro qué cantidad de dinero quieres conseguir con tu trabajo, cuál es el precio que vas a cobrar a tus clientes y te empiezas a sentir seguro y confiado con tu decisión, llega la gran pregunta: ¿Y si… me equivoco? Puedes empezar por analizar la situación, mirar qué ha salido como no esperabas, ver que puedes aprender del error y, sobre todo, la gran respuesta que te sugiero es que aprendas a reírte de ti mismo/a. Que si te has caído, te levantes y continúes creciendo, que mejores cada día, que vivas ilusionado/a con lo que haces y que te sientas feliz haciéndolo.
Ahora que sabemos que es lo que más nos suele preocupar y que es un motivo que nos impide sentirnos a gusto con nuestro trabajo, te animo a que pongas en marcha el plan HOY ME PONGO PRECIO, y que lo hagas desde el convencimiento de que eres un/a gran profesional y que el precio de tu trabajo lo determinas tú, ya que eres la persona que mejor conoce la misión, la visión y la pasión que envuelve a lo que haces. Céntrate en ti y quiérete.
Antes de acabar y para que reflexiones sobre el tema de hoy, me gustaría dejarte la pregunta de Alejandro Jodorosky:
¿Haces lo que haces sólo porque quieres ganar dinero o ganas dinero porque haces bien lo que haces?
¡¡Espero tus comentarios!!