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• Nadie tiene garantizado el éxito en ningún campo. Alcanzarlo es el resultado de una combinación única de trabajo, preparación, esfuerzo, suerte y oportunidad, pero en el ámbito de los negocios, el riesgo es protagonista (¡por algo a los inversores en emprendimientos se los conoce como “inversores de riesgo”!).

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Pero claro, un buen empresario no se lanza al mercado sobre la base de un presentimiento, sino que asume un riesgo calculado. Nunca se puede saber por anticipado si esa idea, desarrollada de esa manera tendrá éxito, pero sí es posible investigar, proyectar y mejorar la información sobre la que se tomará la decisión. De eso se trata el riesgo empresario.

– Plato principal –

Pero… ¿qué es lo que se arriesga? En primer lugar, el tiempo y el esfuerzo dedicados al emprendimiento. Por meses o años, aun si las cosas van muy bien, varias horas del día serán robadas a la familia, los compromisos laborales, el estudio, los hobbies o el relax. En segundo lugar, se arriesga dinero. Quien invierte sus ahorros para iniciar un nuevo negocio, lo hace sin garantía de rentabilidad, sin garantía siquiera de preservar el capital, y en algunos casos, hasta comprometiendo todo su patrimonio personal. El emprendedor es responsable además de pagar impuestos, cumplir normas que regulan su actividad, y de pagar a sus empleados, e incluso responder por sus acciones. Convertirse en empresario implica también poner en riesgo la imagen, la credibilidad y hasta las relaciones personales.

Sin embargo, es como contrapartida de estos riesgos que un emprendedor puede hacer las cosas a su manera, innovar, crear, capitalizarse, hacer dinero, retirarse joven y otros tantos objetivos personales difíciles de alcanzar en un trabajo común. Es por algo se dice que ¡el que no arriesga, no gana!

– Postre –

¿Tienes en claro los riesgos que implica tu emprendimiento? ¿Estás preparado para asumirlos?