[ingredients title=”Aperitivo”]
- Un cuento para enseñar a los niños y niñas el valor de la disciplina en el ahorro, para alcanzar una meta
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Había una vez un niño, Julián al que le gustaba mucho jugar fútbol y quien tenía un perrito, llamado Firpo, con el que corría todos los días. Firpo quería mucho a Julián y sabía que pronto sería su cumpleaños. Se había dado cuenta que cuando corrían, cada vez que pasaban por una fábrica de chocolates, Julián se paraba a aspirar el olor tan rico que despedía la fábrica y miraba la vitrina en donde se exponía un balón de chocolate.
Firpo se propuso regalarle a Julián en su cumpleaños, el balón de chocolate.
Mientras el niño iba a estudiar, Firpo salía de la casa y se iba a acompañar a Martha, la vecina, quien le daba huesos como forma de mostrarle su cariño.
Firpo decidió ahorrar esos huesos para poder comprar con ellos el balón de chocolate. Sabía que Martín, el padre de Julián, a veces compraba huesos para llevárselos a los perros que tenía en su finca.
Así que decidió venderle los huesos a Martín, cuando hubiera ahorrado los suficientes para pagar el balón.
Estuvo guardando uno tras otro durante varias semanas. A veces quería roer alguno de los huesos, pero cuando esto pasaba, para no hacerlo, se ponía a correr por toda la casa.
Unos días antes del cumpleaños de Julián, Firpo fue donde el papá de Julián y comenzó a olfatear la billetera. El padre de Julián asombrado la abrió y Firpo con sus dientes, sacó suavemente un billete. Se lo llevó a su casita y de vuelta le trajo al papá de Julián 2 de los huesos, que había ahorrado. Martín tomó los huesos y le preguntó a Firpo si le estaba dando los huesos a cambio del billete. Firpo movió la cola. El papá de Julián sacó otro billete y se lo extendió a Firpo, quien lo tomó, salió corriendo hacia su casita, sacó de allí otros dos huesos y se los llevó al papá de Julián. Este comportamiento se repitió durante varios días, hasta que Martín le compró todos los huesos.
El día del cumpleaños de Julián, Firpo tomó la mano de Martín y le mostró la puerta de la calle y los billetes. Martín tomó los billetes y salió a acompañar a Firpo. Este se detuvo frente a la fábrica de chocolate y se quedó mirando el balón de chocolate. Martín comprendió todo. Le preguntó a Firpo: ¿Quieres el balón para regalárselo a Julián en su cumpleaños? Firpo movió la cola. Martín entró y compró el balón con el dinero que Firpo había conseguido gracias al ahorro de los huesos.
Cuando llegaron a la casa, Martín le comentó a su esposa: “Firpo es muy inteligente: Mira que ahorró los huesos que le da Martha, me los vendió y con los billetes que le dí, me llevó para comprarle a Julián este balón de chocolate. Así que hoy Julián tiene su regalo, los perros de la finca tienen muchos huesos para roer y Firpo está feliz”.
Ese fue el mejor cumpleaños tanto para Julián, quien confirmó que contaba con un buen amigo observador, como para Firpo, quien aprendió que si se lo proponen, los perritos también pueden ahorrar y lograr las metas que se propongan.